"La música me entra y me tengo que mover"
En una época en la que las clases de ballet estaban llenas de niñas y ver a un chico en ellas, Isidro Zapaero rompió con los convencionalismos y destacó dentro de este estilo de danza clásica. Tras sacarse la carrera de ballet, trabajó para grandes compañias europeas, entre ella la de Inglaterra. Despues comenzó con el contemporáneo, donde le llegaron grandes triunfos, como Campeón de España. Ahora es profesor y director de una academia de baile, pero no descarta volver a la competición.

E: ¿A qué edad empezaste a bailar?
I.Z: Yo creo que desde que nací. Mi madre dice que ya me movía mucho, desde que tengo uso de razón. En cuanto a mis primeras clases, fue un poquito de rebote con 16 años. Como chico es más complicado. En mis tiempos, ya tengo 44 años, no se apuntaba a los chicos a ballet, tampoco había oportunidad. Las academias y las escuelas eran de niñas. Las niñas a ballet Y los niños a judo.
Empecé con el teatro, en un curso de arte dramático en el instituto y fue allí donde me dijeron que podría hacer alguna clase de ballet para tener buena posición. A raíz de eso, me apunte a una escuela de ballet y me di cuenta de que era lo que me gustaba, que había encontrado mi sitio.
E: ¿Qué tipo de baile practicas?
I.Z: Actualmente bailes de salón. Empecé con el ballet clásico, me formé y saqué la carrera de ballet clásico en Madrid que son siete años. Me marche a Londres y empecé a trabajar allí pero tuve una lesión y volví para Bilbao. A causa de esa lesión hice una audición en Vitoria para baile contemporáneo. Era un contemporáneo diferente a lo poco que yo había visto y estaba habituado, pero me cogieron en la compañía. Así descubrí otra faceta que me gustaba mucho, la faceta contemporánea. Otro tipo de expresión, otro tipo
de movimiento y que además para mi lesión en la rodilla le iba fenomenal. Después de estar varios años con esa compañía me pase al baile de salón.
E: ¿Te ha apoyado siempre tu familia?
I.Z: Sí, siempre, desde el día cero.
E: ¿Cómo te has formado?
I.Z: Empecé en Gallarta, en mi pueblo. De ahí conocí a una chica en teatro Arriaga que me dijo que fuera a su escuela de Las Arenas donde ya se veía un poco más de nivel. Yo siempre era el “rarito” porque era ya mayor, y un tío mayor haciendo ballet, barra... era más complicado ver.
He trabajado mucho en el Arriaga, como figurante, actor… Y allí conocí a Jon Beitia, que tenía una escuela en las Arenas profesional, y formaba a bailarines profesionales. Entonces decidí dejar los estudios para dedicarme a ballet clásico, con 18 años. Después me gradué en Madrid y ya con 21-22 fui a Londres a seguirme formando. Luego en Londres estuve en una compañía con la que hicimos una gira, estuvimos en Alemania, en Suiza… y fue entonces cuando empecé con los dolores de rodilla y por eso regrese aquí. Cuando me dijeron los médicos lo que tenía me tuvieron que operar y tuve que dejar lo de Londres y estuve un año aquí parado. Luego empecé con el contemporáneo.
Luego con el baile de salón empecé a competir, y con eso inviertes mucho dinero pero no ganas nada, son un hobby. Entonces ya me puse a trabajar, a dar clases de baile en escuelas, gimnasios…

E: ¿Qué dirías que es el baile?
I.Z: Para mí el baile es mi vida. He estado toda mi vida bailando y es lo que me ha dado todo. Es de lo que vivo, me da mucha alegría. La música me entra y me tengo que mover.
E: ¿Tienes algún ídolo en el que te hayas inspirado?
I.Z: No soy mucho de ídolos, ni de libros ni de discos ni de nada. No soy una persona que haya tenido ningún tipo de ídolo. He estado con Placido Domingo y con muchos más grandes y no he salido corriendo pidiendo una foto, no soy de esas personas. Aprendo con todo el mundo. Aunque si tuviera que decir uno seria Mijaíl Baryshnikov. El sí que era un bailarín completo.
E: Si no hubieras llegado a ser bailarín, ¿Que te hubiera gustado estudiar?
I.Z: Pues no lo sé, yo cuando era jovencito no sabía. Hombre si no pudiera bailar pues otra cosa pero dentro del mundo del espectáculo. Yo empecé a estudiar arte dramático porque soy un teatrero y siempre me ha encantado actuar. Me ponía delante del espejo con una peluca con el cepillo de mi madre a cantar…Los niños artistas tenemos algo dentro desde niños. Todo el mundo del espectáculo me encanta, soy bailarín porque me gusta la danza y eso lo descubrí a través del teatro, pero si es verdad que pretendía ser actor. El rollo musical también me hubiera gustado, ponerte un gorro tener tu texto y cantar, bailar e interpretar.
E: ¿Cuál es el momento que más te ha gustado de tu carrera profesional?
I.Z: Yo siempre que he salido a un escenario, con un público y el momento del aplauso, para mí todos esos momentos han sido excepcionales. Cuando bailé en el Estadio Olímpico de Alemania delante de 10.000 personas había un momento en el que estaba yo solo en el escenario, y me vestían de torero la chaqueta, el fajín… Y cuando terminaba la gente aplaudía. Ese puede que haya sido “el momento”. Pero para mí tiene igual de importancia eso que cuando actúo en un teatro de Amorebieta para 20 personas, me sigo poniendo igual de nervioso.

E: ¿Y el momento más difícil de tu carrera?
I.Z: Cuando me dijeron lo de la lesión de mi rodilla. Porque empecé con la danza tarde, me volqué en ello, dejé mis estudios… Todo muy precipitado y al final me dicen que tengo lesionada la rodilla. Que el doctor te diga que tienes que dejar la danza es muy duro. Para mí ese momento fue el peor.
E: ¿Cómo fue la lesión?
I.Z: Al principio pensábamos que era de un golpe. Lo típico de saltar, girar o cualquier cosa. Pero al final los médicos vieron que es una enfermedad. El diagnostico final fue una contrabatía rotuliana, que es una degeneración del cartílago que cubre la rótula. Es decir, que empecé tan tarde, lo quise hacer todo tan rápido, ¡que no paraba! Pero entonces la rodilla dijo "no puedo más", y se empezó a quejar. El médico me dijo “chaval, olvídate de bailar” y en ese momento pues me quede en shock.
E: ¿Qué le dirías a alguien para animarles a hacer baile?
I.Z: Pues por lo que voy viendo, la gente que viene a la academia, alumnos míos, el baile es una manera de desconectar del día a día, del trabajo, te quita el estrés… Yo creo que la danza es guay, porque aparte de eso escuchas música, te mueves, tienes que memorizar uno ejercicios, unas figuras, sincronizar… El baile es súper aconsejable para todo el mundo, todo el mundo tendría que bailar aunque sea un poquito al día. Además es que todo el mundo baila, yo no se de nadie que no baile, de una forma o de otra.
E: ¿Qué le dirías a alguien que quiere ser bailarín?
I.Z: Que trabaje mucho. El 50% puede que lo tengas tú ya si has nacido bailarín, pero el otro 50 es trabajo. Pero si quiere ser bailarín, pues yo le diría que adelante, que crea en sus sueños. Que si yo lo hice tan mayor y hace tantos años cuando ser chico y bailarín era rarito y lo conseguí, él o ella también pueden. Yo conseguí cumplir mi sueño y vivir de la danza, y vivo bien.
E: ¿Qué expectativas tienes para el futuro?
I.Z: Me gustaría hacer todavía muchas cosas. Ahora he dejado un poco la competición, pero me gustaría volver a competir, seguir aprendiendo, hacer cursos… estoy abierto a todo. Pero si volvería a competir, porque entre las clases y la academia creo que eso es lo que me falta. Porque ahora estoy un poco más de empresario con las escuelas pero en el momento que alguien me diga algo, salto.